SINOPSIS
Pocas ciudades del mundo han cambiado tanto como Bilbao en las tres últimas décadas. Su rostro urbano se ha transformado radicalmente y sobre la vieja piel ha surgido otra nueva.
Pero ¿qué ven en nuestra ciudad aquellos que nos visitan con ojos de cineastas? Un enorme plató con realidades poliédricas, un escenario que, por su diversidad, ofrece unas espléndidas y sorprendentes posibilidades de rodaje. Y es que en el Bilbao actual coexisten, en un espacio muy cercano, la modernidad más absoluta y los viejos barrios de angostas calles, lo que permite reflejar una multiplicidad de historias y relatos.
El Bilbao de los grandes proyectos arquitectónicos, de las nuevas costumbres y el dinamismo social proyectado hacia el futuro, se encuentra a muy pocos pasos de los barrios decadentes como Olabeaga o Zorroza. Las industrias desguazadas, los almacenes fabriles a la espera de rehabilitación, apenas distan unos kilómetros del Ensanche, del mar, del Puente Colgante, del Guggenheim o de la Plaza de los Santos Juanes, donde aún es posible rodar películas ambientadas en la época napoleónica.
El catálogo de escenarios es variado y sugerente y Bilbao ofrece al director de cine actual cientos de lugares de marcada personalidad, para dar inspiración y sostén a sus historias. Un giro de la cámara le transporta desde un chalet de Neguri a la callejuela de Santurce, desde el modernísimo súper-puerto hasta las laderas de los montes en los que aún coexisten lo urbano y la realidad rural.